UN LABORATORIO DE ESTRATEGIA REVOLUCIONARIA.
Por Emiliano (Belgrano) para Política Obrera.
La izquierda argentina atraviesa un debate político y estratégico de
alcances internacionales. La Argentina es un laboratorio de estrategia
internacional. El punto más alto de ese debate es el proceso que
atravesamos por la recuperación del Partido Obrero que se integra
decididamente en la lucha por construir una dirección revolucionaria del
proletariado en el ámbito de la lucha de clases. Mientras florecen en
todo el mundo rebeliones con tendencias a convertirse en
semi-insurrecciones o situaciones prerrevolucionarias, una parte de la
izquierda mundial no comprende que una crisis mundial significa que el
régimen social dominante ha entrado en un impasse completo y han
decidido no preparar a las masas obreras para dar respuestas políticas a
esos estallidos. La tarea de recuperación del PO entronca con la
intervención revolucionaria en la crisis mundial y las perspectivas
socialistas de la izquierda internacional.
Pablo Giachello (PG),
del oficialismo del PO, explica que lo que marca la situación actual es
el “renovado fracaso de las experiencias nacionalistas latinoamericanas”
(PG, PO, 3/10). Parece que no tomaron nota del fracaso de las
transiciones derechistas. La derrota de Macri significó una derrota
clave de Trump y del imperialismo mundial, en el marco de las “derrotas”
de las transiciones derechistas: Johnson, Salvini, Piñera, Bolsonaro,
Macron. Esto no es casual, se trata del aletargamiento de un aparato
decido a “autopreservarse”. El autor de la “iniciativa estratégica de la
burguesía”, que el aparato del PO convirtió en la piedra basal de su
política, se calla sin el menor pudor ante el fracaso de su desatino
‘teórico’. El aparato no da acuse de recibo al desmoronamiento de la
tesis con la que construyó la purga del Partido Obrero. Los dirigentes
del PTS le van a la zaga.
Tampoco dan una perspectiva a las
grandes rebeliones populares que apuntalan la posibilidad de emergencia
de situaciones prerrevolucionarias: Haití, Puerto Rico, Ecuador, Líbano,
Irak, Irán, Argelia, Sudán, Chile, Francia, Hong Kong. El PO
oficialista queda desarmado políticamente para intervenir en la
realidad, debido a lo que oficializó antes y luego del XXVI Congreso: el
“planchazo” de la clase obrera a nivel internacional y la iniciativa
estratégica de la burguesía. El aparato quiere reducir el partido a una
“cáscara” de su carrerismo electoralista. No tienen “el oído pegado a
las masas sino a las encuestas y los focus groups. Es la muestra, no ya
en los libros de historia, sino en tiempo real, de cómo una dirección se
convierte en un lastre para su clase.
Medios políticos y económicos
PG, en una nota sobre el balance del debate electoral, dice que la
crisis actual se diferencia de la 2007-2008 en que los estados
nacionales han perdido la posibilidad de salir al rescate de los bancos y
son ellos los endeudados por la bancarrota internacional capitalista y
el ahogo producido por la guerra comercial: “A diez años del estallido
de la crisis, todas las medidas de rescate del capital desplegadas por
los Estados de las principales potencias fracasaron en desmontar el
gigantesco apalancamiento de la economía mundial, superar la crisis de
sobreproducción y revertir la caída de la tasa de beneficio capitalista.
Por el contrario, los ‘rescates’ han redundado en la crisis de los
propios rescatistas: los Estados” (“Apuntes sobre el debate presidencial”, PO, 16/10). Después de cacarear contra el economicismo de
la Tendencia, Giachello se introduce en un mecanicismo vulgar, e ignora
que la intervención del estado en una crisis no se reduce a operaciones
de rescate sino a la posibilidad de enormes gastos de infraestructura
financiados con emisión monetaria. Otra ‘salida’ son guerras económicas y
a un crecimiento de las guerras; ninguna bancarrota capitalista
desarrolla un tendencia a la disolución del capital sin la mediación de
crisis políticas e internacionales.
Gabriel Solano, hablando de la
posibilidad de superar al nacionalismo dice lo contrario: “Quienes
sostienen esa superación invocando la ausencia de bases materiales para
una política nacionalista no sólo caen en un mecanicismo que ignora la
política y la evolución subjetiva de los explotados. También desconoce
la forma contradictoria que asume la bancarrota capitalista que, al
plantear la quiebra de capitales, obliga a una intervención estatal que
recrea la ilusión en los trabajadores de una política nacionalista que
utilice el Estado para atenuar el impacto de la crisis” (PO, 29/8). Bien
mirado, Solano improvisa sin conocer la partitura, porque una
intervención estatal para rescatar el capital en los países
imperialistas, simplemente abre la vía al fascismo, no a las ilusiones
(reformistas) de las masas. El aparato está convencido que escribir es
gratis. Por el contrario, en los países atrasados, la crisis mundial
limita como nunca antes las posibilidades del nacionalismo y sus
métodos. La crisis acentúa la dependencia del capital nativo del capital
financiero. Después de despotricar con el ‘ajuste’ que tiene en carpeta
AF, Solano se quiere curar en salud, largando una ‘previsión’ en
sentido contrario.
Cuando Solano asegura que el nacionalismo burgués
es un “obstáculo de peso” subjetivo y objetivo, repite simplemente lo
que han dicho siempre los marxistas. Pero Solano desfía al nacionalismo
en función de una pelea electoral; lo prueba la negativa del aparato a
pelear la dirección de la lucha por echar a Macri y reivindicar una
Asamblea Constituyente. En el debate de candidatos a intendentes ni
siquiera formuló un planteo político, solo hizo ‘propuestas’ para la
ciudad sin señalar que ellas requieren un gobierno de trabajadores. En
la historia de las polémicas políticas, los aparatos nunca se
interesaron por presentar un método político, simplemente argumentan en
función de sus intereses del momento. Esos son acceder a una banca con
posiciones democratizantes (voto de ley Micaela, pacto MM-AF emergencia
alimentaria, Belliboni repitiendo sin cesar que quiere ver a Macri
terminando su mandato).
De todos modos no se ve a qué apunta
Solano cuando reivindica las posibilidades del nacionalismo, en momentos
en que AF promete no tocar la deuda externa, sea de los privados o del
FMI. AF ha incurrido en un furcio cuando reivindicó la globalización en
plena guerra económica y una onda proteccionista.
Iniciativa estratégica
En medio de una crisis mundial enorme que desata rebeliones
–potencialmente revolucionarias– en todo el mundo, Pablo Giachello nos
dice que la burguesía sigue teniendo “iniciativa estratégica”, llamada
ahora “ofensiva contra las masas” (Prensa Obrera, 3/10). El oficialismo
del PO se hunde sin remedio. ¿Qué ejemplo muestra? La aprobación de la
reforma previsional por parte del Senado brasileño y del presupuesto
2020. Lo mismo ocurrió en Argentina, y no impidió la bancarrota actual
ni la masacre electoral del macrismo. Así como en Argentina, las masas
agotaron la experiencia con el macrismo a partir de 2018, lo mismo
ocurrirá con los trabajadores brasileños. El aparato del PO anunció nada
menos que “una crisis de poder” en Argentina, en 2016, que Altamira
refutó enseguida, y el aparato no quiso admitir. Es un aparato siempre
con el paso cambiado. A Giachello nadie le avisó que se venían la
rebelión ecuatoriana y enseguida la chilena, y que ésta está alcanzado
una dimensión histórica inédita. Altamira se lo advirtió hace menos de
un año (Panorama Mundial), pero la mediocridad es siempre insuperable.
Los presupuestos en Argentina siempre han sido papel mojado, ni hablar
de cuando cuando las masas salen a las calles. Las rebeliones de Haíti,
Ecuador y Chile y la derrota descomunal del macrismo, han dejado a
Bolsonaro políticamente aislado en América Latina, y más aun cuando
Trump camina sobre la cornisa de una recesión y del juicio político.
Luego de declarar que el capitalismo no tiene salida, porque los estados
no pueden salir al rescate, Giachello pega un volantazo y presenta al
estado brasileño de Bolsonaro como el Mesías del capital.
PG
añade que “Las iniciativas de los gobiernos capitalistas contra las
masas se redoblan, justamente, en los momentos de mayor crisis del
régimen, pues se juegan allí su propia supervivencia” (Prensa Obrera,
3/10). Solano dice lo contrario. Cada uno elige sus justificaciones,
para contarnos porque se opusieron a la consigna Fuera Macri,
Constituyente Soberana. La técnica del aparato es la auto justificación.
Los medios económicos y políticos tradicionales de la burguesía para
imponer su política se han agotado Solamente podrá encontrar otros
nuevos a través de crisis, derrumbes, guerras y choques revolucionarios.
Es lo que enseña Trotsky en "Una escuela de estrategia revolucionaria"
(que el PTS y el aparato insisten en citar para mellar su carácter
revolucionario). Allí Trotsky indicaba (a contramano de la mayoría de la
Internacional Comunista con Zinoviev a la cabeza) que la burguesía
había recuperado la iniciativa al menos potencialmente, como
consecuencia de la recuperación económica luego de la guerra, la derrota
de distintas revoluciones: Alemania 1918, Hungría 1918, Finlandia,
1919, Italia 1921, Alemania 1923). Los comunistas, concluía Trotsky,
debían recalibrar sus métodos, de la ofensiva al frente único (se había
producido la derrota del Octubre alemán), para desarrollar una defensiva
exitosa que operara como transición hacia un nuevo ascenso
revolucionario. Zinoviev y Stalín eligieron lo contrario: declarar que
el enemigo son los partidos socialistas, no los gobiernos capitalistas
ni, luego, el fascismo, como han hecho Giachello y Solano, que
declararon que luchar contra Macri era funcional al kirchnerismo, o sea
que había que derrotar primero a éste para poder hacerlo con el otro
después.
Si el partido que se reclama del proletariado es
incapaz de analizar a tiempo las tendencias a la situación
prerrevolucionaria y de intervenir en ese sentido –decía Trotsky en
"Adónde va Francia"– la situación puede virar rápidamente a una
situación contrarrevolucionaria.
Crisis política, crisis de poder y Asamblea Constituyente
Una diferencia estratégica que desnuda el debate actual tiene que ver
con las consignas transicionales, donde la Asamblea Constituyente (AC)
juega un papel fundamental.
Uno de los puntos de la declaración
del Congreso de la CRCI en 2004 explica que en las crisis de poder, la
Asamblea Constituyente soberana podría jugar un rol desnudando los
límites de la democracia burguesa como un “vínculo con el gobierno
obrero y la dictadura del proletariado […] Lo que importa, sobre todo,
es que sirva para sacar a la vanguardia obrera de una posición
exclusivamente propagandística cuando está en desarrollo una crisis
política” (Tesis 30). ¡En 2004!
El oficialismo invierte esta
declaración, planteando que tiene que haber primero una “irrupción de
las masas” para plantear la consigna Constituyente, cuando en realidad
es la consigna de una Constituyente soberana y con poder la que puede
orientar, y por lo tanto impulsar, la movilización independiente de las
masa. Giachello, expone esta inversión cuando comenta la intervención de
Del Caño en el debate presidencial: “Desentonó, sin embargo, la
reivindicación de la Asamblea Constituyente. Pues, en el actual
escenario, sólo sería tributaria al reforzamiento del peronismo, que se
apresta a ganar las elecciones con un resultado plebiscitario. En
cambio, la reivindicación de la Constituyente, acompañada de un
programa, guarda un filo revolucionario en Ecuador o en Chile, donde se
desenvuelven verdaderas rebeliones populares. Allí, el planteo se dirige
a las masas en lucha, que deben ser las encargadas de convocar a la
Constituyente y de garantizar su verdadera soberanía” (PO 22/10). Giachello logró ponerse a la derecha del PTS y agraviar al 26 Congreso del PO.
Del Caño (PTS) planteó la AC en el último debate presidencial de manera
democratizante, ligada a las “libertades democráticas”, a la
“transparencia” y al debate sobre la corrupción, no como un planteo de
poder (como un “vínculo con el gobierno obrero y la dictadura del
proletariado”) y de movilización de las masas. La AC no sería un puente
al Gobierno Obrero, sino un “emparche” de la democracia que debe durar
“hasta el final”. No es una candidatura al poder sino a una banca. Eso
no fue criticado por Giachello y el oficialismo, sino que explicaron que
la Constituyente sería “hacerle el juego al peronismo”, que sin embargo
no plantea ninguna Constituyente. Es el método que Trotsky critica a
Zinoviev en el texto citado: la disputa de aparato contra el rival más
cercano tiene prioridad sobre una orientación de conjunto para las masas
en un período de crisis y sublevaciones nacional y regional. El
electoralismo y el propagandismo del FIT-U dinamita todos los “puentes”
del programa hacia una acción de masas.
Giachello desconoce el rol
que ocupa la Asamblea Constituyente en el programa bolchevique y en el
Programa de Transición. Como indica la Tesis 30 de la CRCI (2004): “Lo
que importa –dice la CRCI– es que, de un lado, sirva para movilizar a
las masas y, del otro, sirva para intervenir en la crisis de poder”.
Esperar a que los estallidos ocurran con independencia de la
intervención de la vanguardia, conduce al espontaneísmo y la dispersión.
Si en Ecuador hubiera habido un partido revolucionario que
hubiera tomado la consigna antes de la irrupción de las masas
(previéndola), esto habría complicado levantar las protestas y llegar al
pacto de las organizaciones indigenistas y la burocracia sindical con
Lenin Moreno.
En Chile, mineros y portuarios levantan Fuera
Piñera y Constituyente, sin relación con un partido revolucionario. La
Unidad Social no lo hace (CUT, PC), y pone “condiciones para el
diálogo”. Chile ha refutado por completo la barrabasada de la iniciativa
burguesa y el planchazo de las masas, y ha ido más lejos al plantear
consignas de poder. El oído de la Tendencia es capaz de escuchar a las
masas trasandinas. Solano y Giachello deberían pedir perdón, ir a
militar a la base y concurrir a un curso político.
Sin principios
En una comentario a la declaración internacional de apoyo al FIT-U,
Giachello imputa “contradicciones” a sus aliados en el FIT, que firmaron
la declaración con el PO. El aparato se quiere despegar del PTS por
razones puramente faccionales: para defenderse contra la Tendencia.
Comparten el electoralismo. Después de abrumar con el funcionalismo al
kirchnerismo, ahora llaman a cortar boleta y a votar a F-F. En ningún
momento de todos estos desatinos, Giachello explica cómo un
revolucionario puede expulsar de un partido a 1.200 militantes y se
niega a reconocer el derecho de tendencia que consagra el estatuto del
PO.
Para PG el acuerdo con el morenismo en el FIT-U (MST, IS,
PTS) “reúne algunos de los principios fundamentales sobre los cuales el
Partido Obrero fundó su reagrupamiento internacional” (PO, 3/10).
“Algunos” sí y otros “algunos”, no. Esta es la defensa principista de un
documento reñido con los planteos de la IV Internacional (Ver Marcelo
Ramal "Mucho más que un apoyo internacional")
Burocracia
De hecho, el verdadero “Partido de tendencias” se encuentra en el PO
OFICIALISTA, porque se trata de “aparatos” (PSC, Polo, PDT, UJS) o de
“tendencias burocráticas” que se complementaron desde arriba para
expulsar a 1.200 compañeros.
Es por ello que la "singularidad"
del FIT-U a la que se refiere PG es la consolidación de un frente de
aparatos políticos sin programa. Bajo la excusa de adjudicarnos ser "un
grupo que exacerba las divergencias", respondemos que un partido sólo
puede "homogeneizarse" discutiendo las diferencias estratégicas. Por eso
llamamos a recuperar el PO desde la rebelión de los militantes
socialistas y revolucionarios que deseen construir una alternativa de
poder y preparar las condiciones políticas para poner en pie un
verdadero Partido Revolucionario que dirija los estallidos sociales que
van a venir.
Comentarios
Publicar un comentario