Por el aborto legal y todas las reivindicaciones de las mujeres trabajadoras. Por un 34º ENM resolutivo y de lucha. Por la organización socialista de la mujer trabajadora.
Por Plenario de Trabajadoras en la Tendencia del Partido Obrero
A semanas de que decenas de miles de mujeres lleguemos a la ciudad de
La Plata para sesionar en un multitudinario 34 Encuentro Nacional de
Mujeres y Disidencias, el país está en un terremoto político y económico
que desembocó en la propuesta de “reperfilar” la deuda, un seudónimo
del temido default. El capital financiero que sigue vaciando las arcas
del país, mientras el derrumbe económico y la miseria social alcanzan
rango de crimen contra la familia trabajadora, con la mitad de los niños
y adolescentes hundidos bajo de la línea de la pobreza, con las
jubilaciones bajo la línea de indigencia, con la juventud sin empleo,
con las mujeres en los puestos de trabajo precarizados y peor pagos.
El proceso electoral ha quedado subordinado por completo a la
bancarrota económica, que no solo demolió al gobierno sino arrastró
consigo la arquitectura diseñada por el FMI, su tutor indiscutible. El
mayor crédito de la historia del Fondo solo sirvió para hundir la
economía nacional y financiar una fuga de capitales calculada en 36.000
millones de dólares. El colapso sin retorno del gobierno de Mauricio
Macri es el colapso de su mentor, el FMI.
Esta hecatombe
también dejó expuesta, tempranamente, la impotencia de los “vencedores”,
que no solo vieron eclipsarse cualquier ilusión de “transición
ordenada” sino que comparten con todo el arco patronal el temor a un
estallido de las masas, asfixiadas por la devaluación, la miseria
salarial, la carestía y los despidos. El 2001 es una pesadilla que
desvela a oficialistas y opositores.
Las elecciones PASO han
dejado planteada una paradoja irresoluble: los que fueron votados para
sustituir a un gobierno antiobrero proclaman todos los días su
incapacidad para responder a las demandas elementales de su electorado.
Los llaman a “dejar las calles” y a esperar hasta diciembre. Pero las
urgencias planteadas por la carestía, los despidos, la liquidación del
salario y el hambre se agravan a cada día y hora, a un ritmo mucho más
intenso que el del calendario electoral. Mientras tanto, Fernández le
propuso “trabajar juntos” al FMI en la reestructuración de la deuda,
defiende un dólar a 60 pesos - una licuación del 30 por ciento de los
salarios-, quiere una reforma laboral, impulsa convenios
“flexibilizados” y un pacto social con patrones y burócratas que maniate
la resistencia de los explotados, y cancele las paritarias.
Las trabajadoras sabemos perfectamente qué son los convenios
flexibilizados. Y el nivel de fragilidad de trabajar sin estabilidad,
sin ART, sin obra social, sin aguinaldo. Las primeras despedidas, las
que no tienen derecho a embarazarse si no quieren enfrentar un despido,
las campeonas de los “convenios flexibilizados” somos las mujeres.
Ante esta crisis nacional en la que se juega nuestro destino y el de
nuestras familias, queremos que el Encuentro se convierta en una enorme
asamblea, donde se oiga la voz de las trabajadoras, y organicemos la
intervención del movimiento de mujeres en defensa de nuestras conquistas
y nuestras reivindicaciones.
Conquistemos el aborto legal
Venimos orgullosas y conocemos nuestra fuerza. En año pasado
protagonizamos las movilizaciones más masivas de la historia argentina,
cuando millones salimos a las calles por el aborto legal, seguro y
gratuito. La ola verde potenció una experiencia histórica que va desde
las obreras anarquistas y socialistas que fundaron los primeros
sindicatos hasta las Madres de Plaza de Mayo, las piqueteras en 2001,
los paros internacionales de mujeres y el #NiUnaMenos.
Llegamos decididas a retomar la lucha por nuestra demanda más sentida,
la que recorre la historia de 34 Encuentros: la defensa de la educación
sexual laica y científica, el acceso a los anticonceptivos gratuitos y
la legalización del aborto, seguro y gratuito en el hospital.
Rechazamos la maternidad compulsiva, impuesta por el aparato del Estado y
las Iglesias, que obliga a parir a nenas de 11 años, que ha llevado a
mujeres a la cárcel por interrumpir un embarazo. No nos alcanza la
despenalización que prometen para un futuro incierto, queremos aborto
legal, seguro y gratuito en el hospital.
Pero con la misma
energía defendemos nuestro derecho a ser madres, un derecho vulnerado
por la miseria salarial, el trabajo precario, las jornadas
interminables, la falta de vivienda, de jardines maternales y vacantes
escolares, el descalabro del sistema de salud.
Denunciamos la
enorme hipocresía de un régimen social que pretende regimentar la vida
de las mujeres y desconoce, a la vez, nuestro derecho de ser madres y
nuestro derecho de no serlo.
Denunciamos que la miseria social
potencia al infinito la violencia contra las mujeres. El índice de
femicidios (155 a fines de agosto) refleja el impacto de la disolución
social en la vida cotidiana.
En las barriadas, los narcos y
las redes de trata operan con absoluta impunidad cuando directamente no
gozan de la protección del Estado y las fuerzas de seguridad.
El aborto legal es una de las reivindicaciones que el PJ-K se ha apurado
por mandar al archivo. Es un reclamo justo, nos dicen las Ofelia y las
Dora Barranco, pero debe esperar. Son las que no responsabilizaron del
voto negativo del Senado a los partidos patronales sometidos a los
designios del clero oscurantista -incluido el propio- sino al pueblo que
“votó mal”. Como si el PJ, el kirchnerismo y muchos de los pretendidos
“progresistas” no hubieran marchado a peregrinar a Luján con la
burocracia sindical y los cayetanos, y no se hincaran ante Bergoglio
cada vez que se los permitió.
Después, sin embargo, ellas
mismas nos dijeron que no alcanzaba con “elegir bien”: había que
tragarse los sapos del brazo de los energúmenos provida porque la gran
causa era derrotar a la derecha represiva y hambreadora.
Ahora que
el macrismo fue barrido y “la derecha” ya no funciona como espantajo,
dicen que la demanda histórica del movimiento de mujeres debe ceder ante
el hambre y las necesidades acuciantes de la población. ¿Acaso las
mujeres que interrumpen sus embarazos no son parte de la población?
¿Acaso la miseria social, el hacinamiento y la descomposición social no
plantean con mayor urgencia aún el derecho de la mujer a interrumpir su
embarazo, y a hacerlo en las condiciones sanitarias adecuadas?
Fingen ignorar que la legalización del aborto -el aborto legal en el
hospital público- es una necesidad tan imperiosa como el pan para las
mujeres trabajadoras, porque son las más pobres las que mueren o quedan
mutiladas en los abortos clandestinos.
Uno de los nombres que
se barajó para el futuro ministerio de Salud de los Fernández es el de
Juan Manzur, un cristiano maronita que como gobernador de Tucumán no
solo mantuvo presa a Belén por abortar, no solo impuso una cesárea a una
nena de 11 años sino que encabeza un gobierno que les pregunta a sus
empleadas la fecha de la menstruación y si abortaron. En la provincia de
Buenos Aires, no se queda atrás la futura vicegobernadora, Verónica
Magario: como intendenta de La Matanza, inventó el Dia de las Iglesias
Evangélicas. El contrapeso de semejantes cavernícolas sería un inocuo
Ministerio de la Mujer. Es lo más que pueden ofrecer.
La
situación es clara: tenemos que reforzar el combate por el aborto legal,
ganar a nuestra causa a las compañeras que aun no participan de esta
gran lucha y dirigirnos con fuerza al conjunto de la clase obrera, para
que el derecho al aborto figure en todos los pronuciamientos y acciones
del proletaraido.
Proponemos realizar una gran asamblea para
votar un plan de lucha por el aborto legal con los métodos de la clase
trabajadora, con los métodos con los que hemos arrancados todas nuestras
conquistas. Un plan de lucha al que sumemos las escuelas y las
universidades pero también las fábricas y las barriadas.
Un
movimiento independiente de todas las corrientes patronales y las
Iglesias, que exija la separación de la Iglesia y el Estado. Y la
exclusión de las Iglesias -instituciones atravesadas por la misoginia,
la homofobia, el abuso sexual, el tráfico de bebés- de las funciones
educativas y sociales, tentáculos con los que incide sobre el pueblo, el
sistema de salud, judicial, educativo, etc.
Por un aumento de emergencia y la huelga general, impulsada por coordinadoras obreras
En las últimas semanas hemos visto que todos los sectores de la
burguesía desde el capital financiero hasta los gobernadores, los
petroleros, el campo han salido en defensa de sus intereses. ¡¡No
quieren pagar la crisis!! Quieren que la paguemos nosotros.
Pero la burocracia sindical y el Frente de Todos, en nombre de
resguardar una estabilidad que voló por los aires, nos pide paciencia.
Mientras reducen las viandas escolares, mientras faltan vacunas y
medicamentos indispensables, mientras no hay día en que no nos enteremos
de nuevas suspensiones y despidos. Mientras el precio de los alimentos
se dolariza y el salario mínimo no alcanza a cubrir la canasta de
indigencia.
El Congreso ha votado la “emergencia alimentaria”, que
de ningún modo ataca la miseria social y que ha sido pergeñada por el
gobierno y el peronismo, con el clero y el FMI, para proceder a una
“transición ordenada” para los intereses capitalistas en juego en la
presente crisis, en primer lugar vaciar las calles de las masivas
movilizaciones de trabajadores ocupados y desocupados, y someter a los
sindicatos a la política de “contención” de luchas y reivindicaciones.
Las más desocupadas somos sobre todo las más jóvenes, precarizadas muy
baratas a la hora del despido, o directamente sin trabajo.
¿Y
quiénes somos las campeonas del salario mínimo si no las mujeres?
Trabajadoras domésticas, beneficiarias de la AUH, empleadas de comercio,
de la salud, docentes, estudiantes, nuestros ingresos no llegan a la
canasta de pobreza.
¿Y quiénes somos las que pagamos las
consecuencias del descalabro del sistema de salud si no las mujeres,
habitualmente a cargo de los niños y los viejos de la familia?
¿Y quiénes son las víctimas de las redes de trata y de los proxenetas
sino las muchachas de las barriadas más pobres de todo el país?
Las mismas que sufrimos las consecuencias del embarazo adolescente, del aborto clandestino.
Las mismas que no podemos pagar ni en sueños un aborto clandestino pero seguro, ni siquiera una caja de misoprostol ($7000).
Las obreras de La Virginia marcaron un camino: el de la huelga general
hasta arrancar el aumento de salarios. La de reunirse en coordinadoras
de trabajadores y trabajadoras en lucha.
Por la organización socialista de la mujer trabajadora
Las movilizaciones en la Argentina por el aborto legal se enlazan a una
tendencia de alcance internacional, que ha vuelto a colocar a la lucha
de la mujer en un primer plano. Así lo demostraron las marchas
multitudinarias de los últimos 8M, la huelga por el aborto legal en
Polonia, las marchas masivas contra los derechistas de Trump y
Bolsonaro. Esta irrupción de la mujer es inseparable de la conmoción que
desarrolla en todo los oprimidos la bancarrota mundial capitalista, que
acentúa la descomposición económica, la miseria social y las
manifestaciones de violencia laboral y doméstica. La opresión de la
mujer, en este cuadro, reviste nuevas y más graves expresiones.
Pero el vínculo indisoluble entre la irrupción de la mujer movilizada y
la crisis capitalista nos lleva a una conclusión ineludible: como
mujeres, el destino de nuestras reivindicaciones es inseparable del de
nuestros compañeros de la clase obrera. Luchamos por la emancipación de
la mujer como parte de la lucha por el fin de todas las formas de
opresión, que en nuestra época histórica plantea la abolición del
capital, de su Estado y la lucha por un gobierno de trabajadores.
Bajo el capitalismo, la opresión secular de la mujer se funde y
subordina a la explotación general del capital sobre el trabajo
asalariado, y así lo demuestran la discriminación salarial y laboral, la
violencia en el trabajo y otras lacras que se abaten sobre la mujer. Su
liberación, en este cuadro, exige una acción conjunta con la clase
obrera y el desarrollo de un programa y una organización socialista de
la mujer trabajadora, que contribuya a la lucha por un partido obrero de
masas.
Bajo esta visión estratégica, la pretendida
“separación de géneros” se replantea como unidad consciente y de lucha,
de todas las trabajadores y trabajadores, por la emancipación social.
Los socialistas rechazamos cualquier tentativa de división o atomización
de esta lucha.
La organización de la clase obrera no reconoce
fronteras, y ha luchado siempre superar las divisiones –nacionales,
raciales o de cualquier otro tipo- que se han interpuesto a nuestra
unidad.
Del mismo modo, la organización de la mujer
trabajadora debe revestir un carácter internacionalista, aboliendo
cualquier tentativa de fragmentación y división.
El Encuentro debe resolver cómo defendemos nuestros derechos.
En este contexto dramático, desde noviembre, cientos de compañeras nos
hemos sentido convocadas a ser parte de la Comisión Organizadora. Para
debatir cómo darle continuidad y mayor fuerza a nuestra lucha.
Sin
embargo, durante meses, la Comisión no se pronunció ni sobre el aborto
legal ni sobre el ajuste salvaje contra las mujeres y todos los
explotados. Un debate que se podría haber resuelto en los talleres -la
modificación del nombre del Encuentro- corrió el eje de forma
artificial, y eso explica que muchas mujeres dejaran de concurrir a las
asambleas de la Comisión Organizadora.
Además, funciona un
bloque que intenta frenar cualquier iniciativa y pretende decidir por
encima de las plenarias. Que rehúsa pronunciarse por la legalización del
aborto. Que se opone a que funcionemos de manera democrática y
asamblearia.
Que intenta meter al clero y a los evangélicos
por la ventana, pidiendo alojamiento a las iglesias, a espaldas de un
movimiento que se ha pronunciado mil veces por la separación de las
Iglesias y el Estado y su expulsión de nuestras organizaciones.
Intentan presentarnos como enemigas de las creyentes para introducir a
los aparatos clericales. Mienten. Respetamos todas las formas de
espiritualidad pero rechazamos a las Iglesias y su prédica de la
obediencia y la resignación ante los poderosos.
El bloque que
se arroga la dirección de la Comisión Organizadora privilegia sus
acuerdos con Bergoglio y los FF, y pretender controlar y esterilizar un
encuentro de luchadoras.
En oposición a ese freno, nosotras,
en nuestros trabajos, en las barriadas, en las escuelas y universidades,
aprendimos los métodos asamblearios, que nos llevan a la victoria. La
negativa a votar y el método del “consenso” disimulan la pretensión de
tomar las decisiones entre bambalinas.
En una situación de la gravedad como la que vivimos.
- Vamos por un Encuentro independiente de todos los bloques patronales, responsables de nuestras penurias.
- Por un Encuentro anticlerical, que exija la separación de la Iglesia y el Estado, y denuncie a la Iglesia Católica y Evangélica, punta de lanza de las políticas más reaccionarias contra las mujeres y las disidencias sexuales.
- Por un Encuentro resolutivo, que vote medidas de acción directa por el aborto legal y todas nuestras reivindicaciones.
- Que sume la fuerza y la movilización de las mujeres a los trabajadores en lucha.
- Organicemos la Asamblea por el aborto legal, seguro y gratuito el sábado 12 después de los talleres, para discutir y votar medidas de acción para avanzar en nuestra pelea.
- Organicemos la lucha por guarderías materno paternales, para arrancarles a las patronales y al Estado licencias por maternidad y lactancia, por vivienda digna, contra el hambre y la miseria, por trabajo genuino.
- Por una huelga general que imponga un salario y jubilación mínima igual al costo de la canasta familiar y un aumento generalizado de la asistencia social.
- NO al decreto del FMI. Fuera el FMI.
- Por una Asamblea Constituyente Soberana que reorganice el país bajo otras bases sociales.
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